Un sistema de CCTV, también conocido como circuito cerrado de televisión, es una configuración de dispositivos enlazados que produce un flujo de imágenes exclusivamente visible para un conjunto específico de individuos. Dichas configuraciones se personalizan para cumplir con los requerimientos particulares de cada cliente, ya sea en el ámbito de la seguridad, la supervisión o la optimización de servicios.
¿Cómo funciona un CCTV?
Para visualizar las imágenes, se necesitan cámaras, lentes, cables y un monitor. Las cámaras capturan las imágenes, que luego son transmitidas a los monitores, ya sea a través de cables o de manera inalámbrica. Estas imágenes son vigiladas por personal especializado o pueden ser visualizadas en tiempo real desde ubicaciones remotas. Además, las imágenes son grabadas en dispositivos o equipos específicamente destinados a este propósito.Los equipos de CCTV modernos comienzan a grabar al detectar movimiento, lo que ahorra espacio de almacenamiento y envía alertas por correo electrónico o SMS cuando se registra actividad.
Estos sistemas pueden conectarse a internet, permitiendo el acceso remoto a las imágenes desde dispositivos móviles.
Un único monitor puede mostrar imágenes de múltiples cámaras, con opciones para dividir la pantalla o seleccionar una cámara específica para el monitoreo, gracias a la incorporación de controles electrónicos mediante multiplexores.
¿Qué tipos de CCTV hay?
Hay dos categorías de CCTV, basadas en la tecnología utilizada para implementar el sistema: análoga y digital, siendo esta última comúnmente conocida como CCTV IP debido a que emplea el protocolo TCP/IP para transmitir la señal de video.
A pesar de que las cámaras análogas y las cámaras IP persiguen el mismo fin, presentan diferencias en su operatividad ya que utilizan distintos métodos para la transmisión de la señal de video y aplican diferentes procesos para la codificación de las imágenes.
CCTV Analógico
La señal de video análoga se genera al transformar las variaciones en la intensidad de la luz en señales eléctricas. Dentro de la cámara, esta señal se digitaliza, pero antes de su transmisión, se convierte nuevamente a formato análogo para ser recibida por un monitor o grabador de video a través de un medio físico.
Las cámaras se enlazan al sistema de grabación o DVR mediante cables coaxiales RG-59, RG-6 o RG-11 con malla de cobre y conector BNC, siendo el RG-59 el más comúnmente usado para esta finalidad.
El número de cámaras está restringido por la cantidad de canales en el DVR y la longitud de transmisión por el tipo de cable. Aunque existen medios inalámbricos para transmitir video mediante radio enlaces, estos no son los más utilizados hoy en día, debido al auge de la transmisión inalámbrica de datos a través de protocolos de red.
Existen diversos formatos de video analógico, incluyendo HDCVI, HDTVI y AHD. Puedes encontrar más información al respecto en nuestra publicación dedicada a los formatos de transmisión de video analógico.
CCTV IP
Al igual que en los sistemas de CCTV análogos, las cámaras IP de los sistemas digitales capturan las fluctuaciones en la intensidad de la luz y las convierten en señales eléctricas. Luego, estas señales se digitalizan y se codifican mediante el protocolo Ethernet TCP/IP. Finalmente, se envían al sistema de grabación en red, conocido como NVR, o al sistema encargado de administrar el video.
Las cámaras IP pueden ser alimentadas tanto en corriente como en voltaje a través del mismo cable de red UTP utilizando la tecnología PoE (Power over Ethernet). La conexión de las cámaras se realiza mediante un cable UTP con conector RJ-45, y es importante tener en cuenta que este tipo de cableado tiene una limitación de distancia de hasta 100 metros.
Los sistemas de videovigilancia IP suelen ofrecer resoluciones de video superiores a las de los sistemas analógicos, lo que resulta en una mejor calidad de video. Además, estos sistemas ofrecen la posibilidad de utilizar cámaras inteligentes que incorporan funciones de análisis de contenido de video. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el buen funcionamiento de estos sistemas puede verse afectado por diversos factores. Entre ellos se encuentran el medio de transmisión utilizado, la capacidad y velocidad de transmisión de datos a través de la red, y la latencia. Es fundamental considerar y abordar adecuadamente estos factores para garantizar un rendimiento óptimo de los sistemas de videovigilancia IP.
La cantidad de cámaras soportadas está limitada al número de canales disponibles en el NVR (grabador de video en red) o en el sistema de administración de video. Además, al utilizar sistemas de videovigilancia en red, se abre la posibilidad de integrarlos con otros dispositivos conectados a la misma red, como controles de acceso o sistemas de alarmas, mediante el uso de plataformas software de integración. Esta capacidad de integración en red amplía las funcionalidades y posibilidades de los sistemas de videovigilancia IP.
Por otro lado, en casos en los que los sistemas de CCTV Analógico/IP están compuestos por numerosos equipos o abarcan múltiples sitios remotos con circuitos cerrados de televisión, surge la necesidad de centralizar su gestión. En estos escenarios, se requiere la implementación de un software de administración de video, comúnmente conocido como VMS (Video Management System). Este software permite la gestión centralizada de los equipos y proporciona una interfaz unificada para el monitoreo y control de los sistemas de videovigilancia. Por lo tanto, el uso de un VMS resulta esencial para garantizar una gestión eficiente y centralizada de los sistemas de CCTV Analógico/IP en entornos complejos o multisitio.